martes, 15 de abril de 2008

EL CÓDIGO DE LA INMINENTE CATÁSTROFE MUNDIAL

La decodificación final

Teniendo en cuenta los hallazgos precedentes, tenemos la certeza de que hemos dado con el año correcto. Pero hay más todavía. En el año 9.792 a.C. Venus hizo un círculo encima de Orión DESPUÉS del cataclismo. En el año 2.012, Venus lo hará ANTES del cataclismo. Estos son los OPUESTOS de CADA UNO de ellos. Luego, descubrí que para decodificar el Códice Dresden, tuve que hacer una increíble cantidad de cálculos OPUESTOS. A su vez, los astrónomos hallaron que las pirámides de Giza son un reflejo OPUESTO de la constelación de Orión. La Tierra también empieza a girar en la dirección OPUESTA, luego de la reversión polar. Entonces, empezamos a estudiar los giros de Venus encima de Orión. En el año 2.012, Venus girará a la derecha encima de Orión, y en 9.792 a.C. giró a la izquierda encima de Orión. Estos son los OPUESTOS de cada uno de ellos.

Más específicamente, en el año 2.012 Venus alcanzará su punto más alto el 30 de junio y luego, volteará hacia Orión. En ese momento, Venus estará entre Orión y las Pléyades. En el año 9.792 a.C., Venus alcanzó su punto más alto el 25 de diciembre y luego volteó hacia Orión.
El programa que utilizamos es “Skychart Pro 5”. Hemos vuelto a verificar nuestros hallazgos, en septiembre de 2000.

Nuestras conclusiones respecto de esta investigación, son las siguientes:
• El código de Venus encima de Orión da el año correcto.
• Los giros OPUESTOS están muy próximos a los días del cataclismo.
• La traducción de Albert Slosman debe ser correcta. Él decodificó el año correc­to. Esto es increíblemente exacto.

La historia de la Atlántida (según la traducción de Albert Slosman) debe ser cierta (ver el Capítulo 3, “El gran cataclismo”). Hubo una reversión polar en el año 29.808 a.C. y un giro muy rápido en el zodíaco en el año 21.312 a.C. Esto también debe ser cierto, porque Albert Slosman lo tradujo de la misma manera como tradujo la fecha de 9.792 a.C. Empezando por este punto, se puede averiguar por qué los mayas usaron los números de Venus y el ciclo egipcio y de Sirio (ver más adelante).

La fecha correcta

Con nuestro giro retrógrado de Venus encima de Orión, tenemos el año correcto. El giro también sugiere que el día correcto debe estar próximo a diciembre. Otros astrónomos hallaron una conexión entre Venus y las Pléyades, y el último día del calen­dario maya. Las Pléyades estaban fuertemente asociadas con el más grande de los dioses celestiales mayas, conocido como Itzamna. Él reinó en los cielos y fue también el dios del eje de la Tierra, que tenía suprema importancia. Según sabemos ahora, la Tierra pronto sufrirá un desplazamiento de su eje. Los mayas creían que hubo una gran destrucción y muerte al final de cada uno de los mundos anteriores, y nosotros sabemos que es cierto y que volverá a suceder en el año 2.012. Esta fecha se encuentra alarmante­mente próxima. Se traslada a nuestro calendario gregoriano justo antes de la puesta del Sol, hora de América Central, el 21-22 de diciembre de 2.012. En ese momento, Venus se hundirá bajo el horizonte occidental y al mismo tiempo las Pléyades se elevarán por el horizonte oriental. Simbólicamente hablando, veremos la muerte de Venus y el nacimiento de las Pléyades. En el momento en que el Sol realmente se hunda, Orión se elevará. En un lenguaje figurativo esto nos da un nuevo ciclo de precesión.

Pero ¿tal cosa acontecerá, realmente? ¡No!, cuando la Tierra empiece a girar en sentido contrario, el Este se convertirá en Oeste y las Pléyades y Orión se hundirán, y Venus volverá a surgir en el Este (el Oeste antes del cataclismo), y comenzará un nuevo ciclo. Al cabo de un día, las Pléyades y Orión se elevarán nuevamente en el Oeste (el Este anterior) y se reiniciará un nuevo ciclo de precesión.

Más códigos de las Pléyades

Se ha hallado una enorme estatua de un cráneo, esculpida en piedra, en el fondo de la cara occidental de la Pirámide del Sol en Teotihuacán, que extra­ñamente tenía un aspecto bidimensional. Fue descubierta en el centro, a lo largo del borde de la Avenida de los Muertos, señalando un punto en particular en el horizonte occidental. El arqueo astrónomo Anthony Aveni, de la Universidad Colgate, observó que en aquellos días cuando el Sol pasaba directamente encima de la cabeza, las Pléyades hacían su primera aparición anual antes del ocaso. También descubrió que este enorme cráneo de piedra estaba alineado con el punto preciso en el cual las Pléyades desaparecen bajo el horizonte. En la noche del 12 de agosto, el Sol también se pone en este punto del horizonte. Este es precisamente el aniversario del comienzo del último Gran Ciclo de los mayas, que empezó el 12 de agosto del año 3.114 a.C.


Figura 32
El cielo en el ocaso en América Central, el 21-22 de diciembre de 2.012, el cual muestra la muerte de Venus y el nacimiento de las Pléyades.


Otro estudio publicado en The Ancient Kingdoms of México [Los antiguos reinos de México], Penguin, Londres, 1.990, descubrió que la gran Avenida de los Muertos se construyó para mirar el ocaso de las Pléyades, en la época en la cual Teotihuacán fue erigida. Por lo tanto, toda la disposición de Teotihuacán era como un enorme cuadrante de un reloj, en el cual una de sus agujas señalaba hacia el lugar del ocaso de las Pléyades en la actualidad. Cuando uno estudia las tres pirámides de Teotihuacán, a una de las cuales está adosado el cráneo, descubre que también representan las tres estrellas del cordón de Orión. Y a este reloj en funcionamiento desde Orión y las Pléyades, le quedan apenas unos pocos años.

Egipto: el mismo código

Para los mayas, el Sol, Orión, las Pléyades y Venus eran de importancia excepcio­nal, de modo que construyeron varios templos con una extrema preci­sión, con el fin de seguir el paso de estos cuerpos celestes. Pero ¿qué hay de los egipcios? Luego de haber estudiado esto en profundidad, hallé la sorprendente respuesta: ¡Ellos tenían el mismo código! He aquí mis hallazgos:
1. Los egipcios incorporaron a Venus en el código del zodíaco y lo emplearon, como los mayas, para hallar el año de la gran catástrofe. Más aún, el Sol, Orión y las Pléyades son de suma trascendencia. Las Pléyades están asociadas con Seth, quien le infligió el golpe mortal a Orión.
2. En el Libro Sagrado está claramente escrito que Osiris (Orión) y Seth (las Pléya­des) son oponentes entre sí en su lucha por el imperio. En el lenguaje astronó­mico, esto significa que están en oposición. Más aún, Orión está vinculado con el Sol. En el año 2.012, cuando llegue el fin de los tiempos, Orión y el Sol se hallarán en oposición con las Pléyades y Venus.

3. En 2.012, al final del calendario maya, Venus estará entre Escorpio, la Serpiente y Ophiuchus. Según la mitología, Ophiuchus salvó al cazador Orión, aplastando a Escorpio con su pie. Una explicación plausible de esto puede hallarse en los acontecimientos durante la desaparición de la Atlántida. Cuando Escorpio apareció en el horizonte occidental, Orión murió en el Este y luego desapareció. En otras palabras: Escor­pio le dio un mordisco mortal a Orión, entonces se produjo el cataclismo; el Este se convirtió en el Oeste y viceversa. En el lenguaje astronómico: Orión reapareció en el Oeste sobre el horizonte, mientras Ophiu­chus empujaba a Escorpio bajo la tierra, por el Este. En el año 2.012, luego del próximo cataclismo, sucederá lo contrario.
Conclusión: Los mayas, al igual que los egipcios, calcularon la misma fecha del final del mundo. Considerando la gran diferencia en el tiempo de su hegemonía y sus distintos calendarios, se trata de algo sumamente asombro­so. Eso nos conduce a otro código de los egipcios.

Portal de las estrellas

En el antiguo Egipto, la constelación de Orión era representada por la figura de un hombre caminando; a menudo lo mostraban con su mano levantada, ya sea sosteniendo una cruz de asa (símbolo de la vida eterna en Egipto) o una estrella. Según el ya fallecido E. A. Wallis Budge —un apreciado egiptólogo—, el símbolo estelar tiene un significado secundario, como “puerta”. Sahu, la Orión egipcia, por lo tanto indica secretamente (según la antigua filosofía) que en este lugar, encima de su brazo extendido, hay un “portal estelar” al cielo. De acuerdo con nuestros hallazgos, el portal de Orión estará abierto por unos meses antes del final de los tiempos. Simbólicamente, esto sucederá durante el ciclo de Venus encima de Orión, en la primavera y verano del año 2.012.

¿Qué sucederá?

La rotación de la Tierra disminuirá rápidamente, entonces, girará en el sentido opuesto. Dado que ahora gira de Oeste a Este, luego irá de Este a Oeste. En otras palabras, la rotación del eje será como es actualmente. Esto significa que la Tierra deberá disminuir su paso y girar otra vez en la dirección opuesta. Sucederá en menos de un día, con tremendos cambios en la faz de la Tierra, cataclismos, miles de millones de muertos y una gran destrucción. Y entonces, todas las cosas se normalizarán otra vez, salvo que se habrán producido cambios climáticos debido al viraje de los polos.

Ahora puede preguntarme: ¿está seguro de lo que dice?
Esa es una pregunta lógica, y trataré de contestarla. La fecha 27 de julio de 9.792 a.C. ha sido decodificada por Albert Slosman a partir de los jeroglíficos. El fin del mundo, tal como lo predijeron los mayas, será el 21-22 de diciembre de 2.012. Las escrituras de los egipcios señalan que Venus está en una posición específica en el código, el año que la Atlántida fue destruida. Venus también es importante para los mayas. Sólo tiene que leer The Mayan Prophecies [Las profecías mayas] para darse cuenta de esto. El código de Venus ha sido incorporado en sus escrituras y edificios. Una predicción que hice y para la cual he encontrado evidencia matemática que la comprueba, es que códigos similares pueden hallarse en las escrituras egipcias. En Egipto, existió un complejo subterráneo que Heródoto denominó “El gran laberinto”, pues contenía más de 3.000 habitaciones. ¡Es allí donde los cálculos astronómicos se realizaron! Eran copias de los que solían estar en la Atlántida. Estaban guardados, y me quedé sorprendido al leerlo, porque los atlantes sabían la fecha exacta de la destrucción de su tierra con 2.000 años de anticipación.
Aquí, estoy apelando a su mente, quiero que comprenda que ellos CALCULARON el fin de la Atlántida, que ahora se encuentra enterrada debajo del Polo Sur.

Nuevamen­te, ellos CALCULARON un final para nosotros que es mucho más violento aún. Junte reversiones magnéticas y precesiones y obtendrá el colosal cataclismo del que hablaban. Es innegable que existe un vínculo entre el año 2.012 y el 9.792 a.C. Si seguimos ignorando estos hallazgos, todos moriremos. ¡Todas las alarmas deberían estar sonando en el mundo entero!

Guardián de una olvidada cápsula del tiempo

Urgentemente, debemos buscar el laberinto, ese inmenso complejo que es todavía mayor que las pirámides, según la descripción de Heródoto. Nos brindará los datos correctos con los cuales los egipcios y los atlantes hicieron sus predicciones de este cataclismo mundial. Allí se hallará toda la información de los sumos sacerdotes “científicos” del Gran Laberinto; otros misterios de una arcaica y elitista academia están en ese lugar, aguardándonos. Se ha sabido desde hace tiempo, que ellos estudiaron cuidadosamente el ciclo del Sol en su circuito anual, percibido a lo largo de la senda del zodíaco. Y más recientemente, ha surgido una acuciante evidencia del investigador Maurice Cotterell, la cual yo confirmo completamente, que sostiene que ellos estaban al tanto de la teoría del ciclo de la mancha solar, teoría que los astrónomos modernos ni siquiera conocen. Observar y medir con precisión la teoría de la mancha solar, es una proeza que sólo pudieron haber realizado personas sumamente avanzadas desde un punto de vista científico, es decir, superhombres tecnológicos y matemáticos.

Ellos eran astrónomos por excelencia, que habían estado siguiendo y observando las explosiones en el Sol por miles y miles de años, y descubrieron que cuando haya un gran cambio en el campo magnético del Sol, la Tierra se dará vuelta. El resultado fue la señal de una gran catástrofe. Sus enigmáticos hallazgos vibraron por Egipto con el rigor de un culto mesiá­nico. Tomaron medidas para movilizar al pueblo de Egipto y contener sus energías, con el fin de lograr una advertencia gigantesca: las Grandes Pirámides. Gracias a este enorme trabajo, yo pude decodificar sus advertencias.

No dudo de que encontraremos en el Gran Laberinto una conexión entre la rever­sión en el magnetismo del Sol, la reversión polar de la Tierra y la destrucción de la Atlántida. Más aún, urgentemente se debe llevar a cabo una investigación sobre la reversión del magnetismo solar alrededor del 20 de diciembre de 2.012. Yo, personal­mente, no tengo ninguna duda, luego de haber realizado estos descubrimientos. La única pregunta que me viene manteniendo ocupado por años es: “¿Cómo puedo lograr sobrevivir? Y, ¿es posible cerrar a tiempo los pozos de petróleo y las plantas nucleares?

Mensaje que asombra al mundo

Tenemos un problema gigantesco, ahora mismo. Por miles de años, los egipcios fueron poseedores de un supersecreto que deseaban esconder, algo de una importancia sin precedentes para la humanidad. Hemos descubierto que su objetivo fue advertir a sus descendientes sobre el gigantesco cataclismo. Con ese conocimiento pudieron escapar a tiempo y salvar su civilización. Nadie más pudo hacerlo. Esta decodificación es la prueba de su gran conocimiento. Es irrefutable y es la primera evidencia en la historia de la ciencia moderna, de que una desarrollada civilización trazó un mapa del cielo. Y no sólo hicieron un mapa celeste, sino que también siguieron el movimiento del planeta Venus y lo vincularon con la reversión polar que destruyó su patria Aha-Men-Ptah. Este código nos dice que los mayas y los egipcios eran maestros astrónomos; de hecho, más avanzados que nuestros profesionales contemporáneos, que contaban con una súper alta tecnología. Ha llegado la hora de escuchar su clara alarma que nos retrotrae a la prehis­toria. Los códigos apuntan a una inminente catástrofe. Nosotros podemos hacer dos cosas: seguir como si no supiéramos nada, o empezar a tomar medidas para sobrevivir al golpe.

Sin excepción, este será el mayor desafío en la historia de la humanidad. La destrucción causada por las guerras es una minucia, en comparación con lo que se nos avecina. El golpe será comparable con la explosión de diez mil bombas atómicas; partes enteras de nuestro mundo serán destruidas, miles de millones de personas morirán, el sufrimiento será extremo, a menos que tomemos precauciones a nivel mundial para armarnos contra la destrucción. No todos podrán salvarse; me doy cuenta de eso. Pero si no hacemos nada, entonces la pérdida de vidas será más grande todavía.

Mi mensaje es claro: si la humanidad no reconoce rápidamente las implicancias de esta fecha, correrá grandes peligros. Este antiguo manuscrito demuestra lo siguiente:

1. Los códigos de los mayas y los egipcios, que utilizan en sus cálculos, son iguales.
2. Independientemente de los mayas, los egipcios determinaron la fecha del fin del mundo con una gran precisión.
3. Los egipcios y los mayas deben haber tenido calendarios superiores para hacer sus cálculos.

De los hechos precedentes, todos ellos incontestables, podemos decir que los mayas son descendientes de la Atlántida, o que basaron sus conocimientos en la tradi­ción de los sobrevivientes al cataclismo. En cuanto a Egipto, ya lo sabemos con absoluta certeza.
De esta manera podemos explicar el cataclismo mundial de 2.012 de un modo lógico. Más aún, este conocimiento demuestra que, para ambas civilizaciones, no sólo se originó en la misma fuente esencial, sino que ellos mismos pudieron verificarlo. Eso completa el cuadro y nos confronta con el más grande desafío de la humanidad, es decir, el inminente cataclismo. El gigantesco desastre geológico puede borrar nuestra civiliza­ción. Po­demos reaccionar con resignación, pánico, desesperación, negación, etc., pero en los pocos años que nos quedan, esperamos que la advertencia sea recogida por la sufi­ciente cantidad de personas para tomar las necesarias precauciones. Esto podrá permitir que los más preciados conocimientos sean transferidos a las futuras generaciones. Recor­demos las siguientes palabras del profesor Frank C. Hibben en The Lost Americans [Los americanos perdidos]:

Una de las más interesantes teorías del fin del pleistoceno es la que explica esta antigua tragedia por erupciones volcánicas que hicieron temblar toda la tierra, con catastrófica violencia. Esta idea bizarra, bastante extraña por cierto, tiene un considera­ble apoyo, en especial en las regio­nes de Alaska y Siberia. Entremezcladas en las sucias profundidades, y a veces entre las mismas pilas de huesos y colmillos, se encuentran capas de ceniza volcánica. No cabe duda de que, en coincidencia con el fin de los animales del pleistoceno, al menos en Alaska hubo erupciones volcánicas de tremendas proporciones. Es lógico que los animales cuya carne aún se ha preservado, deben haber quedado muertos y enterrados rápidamente. Los cuerpos que mueren y quedan en la superficie se desintegran pronto y los huesos se desparraman. Una erupción volcánica explica que los animales de Alaska se hubieran extinguido todos al mismo tiempo y de una manera que satisface las evidencias como las conocemos ahora. Los reba­ños van a morir, ya sea por calor o sofocación, o indirectamente, por los gases volcánicos. Nubes tóxicas de gas producidas por los levantamientos volcánicos bien podrían provocar la muerte en una escala gigantesca...

Las tormentas también acompañan a las perturbaciones volcánicas de las mismas proporciones que aquí se indican. Las diferencias de temperatura y la influencia de los kilómetros cúbicos de ceniza y piedra pómez lanzados al aire por las erupciones, bien podrán producir vientos y ráfagas de inconcebible violencia. Si es esta la explicación del fin de toda esta vida animal, el período pleistoceno terminó con un tiempo muy excitante por cierto.
Relea estas palabras y recuérdelas para siempre. Es imperioso que restablezcamos urgentemente el conocimiento de la antigua Atlántida respecto del día del próximo cataclis­mo. Sin este dato medular, la última civilización de los últimos 12.000 años, repentinamente se precipitará en la Edad de Piedra. No sé si tenemos que construir enormes pirámides para lograrlo, pero sí sé que estas construcciones fueron un elemento esencial en mi investigación y me trajeron al punto en el cual pude gritar, “¡Eureka!” Sobre bases puramente matemáti­cas, como investigador puedo deducir de estos enormes edificios, gran cantidad de datos y conocimientos sobre el cataclismo. Esta sabiduría de los tiempos remotos nos enseña lo siguiente:
1. Nuestra civilización dependiente de la computadora, se destruirá por la re­versión del magnetismo solar, el cual enviará una nube de partículas cargadas electromagnéticas al espacio. Entonces, los polos colapsarán, se producirá un deslizamiento de la corteza terrestre y a esto le seguirá una gigantesca ola.
2. La tormenta solar y la reversión de los polos destruirán todos los equipos electrónicos. Como resultado, se perderá completamente el 99,9999999% de nuestros conocimientos en tan sólo unas pocas horas.
3. El deslizamiento geológico de la corteza terrestre y la ola gigantesca destrui­rán las bibliotecas y los libros, para siempre.
Con el fin de enfrentar este enorme reto, debemos estar preparados para lo peor, como ya se ha demostrado. Los sobrevivientes deben tener los conocimientos básicos de todas las ciencias naturales a su disposición, pues han de comenzar todo de foja cero. Nada que tenga alguna importancia seguirá funcionando o permanecerá, y dependerá de unos pocos sobrevivientes que transmitan nuestra historia, o no.

Por cierto, me doy cuenta de que se puede mejorar mucho en nuestra sociedad, por eso debemos estar seguros de que se transmita lo esencial a las otras generaciones. Por ejemplo:

• La próxima civilización que surja luego del cataclismo tendrá que mostrar un inmenso respeto por la naturaleza. Los pesticidas, herbicidas, fertilizantes, etc., deben quedar completamente prohibidos y ser reemplazados por la agricultura biológica.
• Los bosques y selvas deben ocupar un lugar central en las ciudades del futuro. Estas deberán ser pequeñas.
• Para evitar la contaminación, la población mundial tiene que ser limitada. Al principio, justo después de la catástrofe, podrá darse prioridad a la repoblación.
• Las plantas nucleares no deberán construirse nunca más. Durante los desliza­mientos de la corteza terrestre con sus titánicos terremotos, se liberará gran cantidad de radioactividad de los cientos de plantas nucleares en todo el planeta. La cantidad de radioactividad arrojada sobre el mundo, probablemente sea suficiente para extinguir a la humanidad. Mi mayor temor es que esto pase en verdad, y acerca de eso no podemos hacer nada.
• La alimentación antinatural que es destructiva para nuestra salud y requiere gran cantidad de energía para producirla, deberá prohibirse por ley. Entre estos alimentos, yo incluiría las golosinas, el chocolate, las papas fritas, el azúcar blanco, etc.
• Deberán promoverse las dietas a base de frutas y verduras. No sólo es sano sino que evita cerca de 30.000 enfermedades. Dado que la atención médica, como una intervención quirúrgica por ejemplo, será prácticamente imposible luego de la catástrofe, todos van a comprender el beneficio de permanecer saludables. Sólo una dieta de frutas y verduras puede tener este efecto, y es esencial evitar las enfermedades.
• La meditación y el ayuno deben tener un lugar central en la lucha contra las enfermedades infecciosas y de otro tipo. Además de lo precedente, serán la base de una nueva forma de vida.
Estos “sagrados mandamientos” nos permitirán crear una sociedad mucho más feliz de la que tenemos en el presente. Las ganancias no serán el tema principal, sino la salud mental y física de todos los terrícolas. Es de esperar que la mayor cantidad posible de gente se dé cuenta de esto, luego del impacto del cataclismo, para que los errores de la actual sociedad de consumo no vuelvan a cometerse. Estas son las enseñanzas que debemos transmitir. Un mundo infinitamente mejor será el resultado. Y si usted todavía tiene dudas sobre nuestros hallazgos, siga leyendo.









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